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martes, 28 de octubre de 2014

Coge la moneda

Organización:

Podrá jugar un solo jugador, pero resulta más divertido si intervienen varios jugadores para ver quien consigue hacerlo más rápido y mejor o bien quien lo hace más veces en un tiempo determinado.

Materiales:

Una moneda o una chapa de refresco.

Juego:


Se coloca la punta del dedo pulgar entre los dedos índice y corazón, pero sólo la punta, de tal forma que, si hacemos fuerza con el pulgar, éste se libera de forma explosiva.
En esta posición, colocamos nuestra moneda o chapa entre el dedo índice y el lugar por donde se liberará el dedo pulgar y entonces hacemos fuerza con este dedo y lo liberamos. La moneda saltará hacia arriba y tendremos que recogerla antes de que caiga al suelo.
Podemos jugar a muchas variantes: quién la recoge antes, quién la lanza más alto y la recoge sin que se caiga, quién la recoge sin moverse del sitio, quién la recoge girando por detrás y sin mover los pies, etc. Las variantes son tantas como la imaginación de los jugadores.
También podremos lanzar la moneda con otras partes del cuerpo: palma de la mano, dorso de la mano, codo, punta del pie, rodilla, etc.

lunes, 27 de octubre de 2014

Mensaje apretado

Organización:


Podrán jugar todos los jugadores que queramos. Forman un corro y se agarran todos los jugadores por las muñecas a los jugadores que tengan a su izquierda y su derecha.

Materiales:

Una vez formado el corro, el primer jugador pasa un mensaje al jugador de su izquierda apretando la muñeca de su brazo derecho. El mensaje será, por ejemplo, de la siguiente forma: dos apretones cortos, uno largo y otro corto.
El jugador que recibe el mensaje deberá pasarlo al siguiente jugador, colocado a su izquierda y así se irá pasando de un jugador a otro hasta que se llegue al primer jugador, que fue el que emitió el mensaje.
Los mensajes se pueden ir complicando según la edad de los jugadores; a menos edad, más sencillo el mensaje.

domingo, 26 de octubre de 2014

EL GAITERO Y EL LEPRECHAUN

Hace ya tanto tiempo que la memoria se niega a reconocerlo, vivía en el pueblo de Dunmore, en el condado de Galway, Irlanda, un hombre bastante falto de luces que,a pesar de su absorbente afición a la música y de ser un gaitero medianamentebueno, en su vida había sido capaz de aprender otra tonada musical que no fuera "An róg-haira dubh".
 

Sin embargo, con ella solía hacerse de algunas monedas de los parroquianos de las tabernas, que se divertían con sus patéticos pasos de baile y las intencionadas palabras de la canción.Una noche en que el gaitero regresaba a su morada, después de haber interpretado media docena de veces su única canción en su taberna preferida, llamada "An derugrânoniâ" (Las bellotas), la consabida carga de buen whisky irlandés en sus entrañas hizo que, al cruzar por el cementerio, quizás un poco inseguro por el entorno, presionara el fuelle de la gaita y comenzara a tocar por séptima vez la única canción que conocía.Pero sus temores demostraron no ser infundados; apenas había recorrido la mitad del trayecto, cuando un leprechaun, surgido de entre las raíces de un enorme roble, cayó sobre él y lo derribó,de tal modo que Swenû
—que tal era el apodo del gaitero— quedó debajo del duende, que lo sujetaba fuertemente el cuello, apretando la gaita, que emitía un sonido quejumbroso.—¡Malhadado seas, duende asqueroso; déjame ir a mi casa! Tengo cuatro monedas de diez peniques para entregarle a mi pobre madre, que las necesita para comprar tabaco en polvo.—Si haces lo que yo te digo, no necesitarás preocuparte por tu madre —le dijo el leprechaun—.
 
Ahora vamos a irnos de aquí, y si no te mantienes bien aferrado, te caerás y te romperás todos los huesos de tu cuerpo, y también se romperá la gaita, y eso será lo peor. Mientras volamos, toca el "Oinowirî" para mí.—¡Es que no la sé!—¡No me importa si la sabes o no! —gritó el leprechaun—; tú toca, y no te preocupes de lo demás!

El gaitero, atemorizado, llenó de aire la bolsa y comenzó a tocar, aunque sin saber muy bien qué hacer con sus dedos; sin embargo, mientras transcurrían los minutos, la música brotaba con tanta fluidez que él mismo se encontraba embelesado.—¡Pues sí que habías resultado un buen maestro de música —dijo entonces al leprechaun—; pero dime, ¿a dónde nos dirigimos?—Esta noche hay una importante fiesta en el castillo de la Reina Lean Banshee, en la cima de Chroagh Patrick —le informó el leprechaun—, y quiero que toques en ella; te doy mi palabra que volverás a casa bien recompensado por tus molestias.

—¡Caramba! Si va a resultar que, al final, me vas a ahorrar un viaje —dijo el gaitero—,porque resulta que el padre Arragh me puso como penitencia una ida a Chroagh Patrick por haberle robado su ganso blanco preferido el día de Beltayne.


Ya en buena connivencia, ambos viajaron juntos, con la rapidez de un relámpago, a través de montes, marismas y llanuras, hasta llegar a la cima de Chroagh Patrick; una vez frente al castillo de la Reina Banshee, el leprecha un golpeó tres veces con sus nudillos, y el gran portón se abrió,franqueándoles el paso hacia una gran habitación. Allí, Swenû vio una enorme mesa de roble, con cientos de ancianas sentadas alrededor; una de ellas, con un porte real que la distinguía de las demás, se levantó de su sitial y dijo:—Que tengas mil bienvenidas, leprechaun na Samhain.


¿Quién es el invitado que has traído contigo?—Pues, ni más ni menos que el mejor gaitero de Erín —contestó el duende.Al escuchar esto, una de las ancianas dio un golpe en la mesa, con lo cual se abrió una puerta en una de las paredes y de ella surgió, ante el estupor del gaitero, ¡el mismo ganso blanco que él había robado al padre Arragh para la fiesta de Beltayne!—¡Por mi alma! —exclamó Swenû— . Pero si mi madre y yo mismo nos comimos hasta el último hueso de esa ave; sólo dejamos un muslo, que mi madre le dio a Moyrua (la pelirroja Mary), y que fue el causante de que el padre Arragh se enterara de que yo había robado su ganso.El ganso, demostrando estar más vivo de lo que el gaitero pensaba, retiró los platos y limpió la mesa, y entonces el leprechaun dijo:
—Toca algo de música para estas agradables damas.La velada transcurrió sin otros incidentes, con Swenûtocando y cantando canciones que jamás había aprendido en su vida, y las ancianas damas bailando hasta que ya no pudieron dar una paso. Entonces el leprechaun dijo que había que pagar al gaitero, y todas y cada una de las banshees depositaron una moneda de oro en su bolsa.
—¡Por los dientes de San Patricio! —exclamó Swenû —. ¡Soy más rico que el hijo de un rey!—Ven conmigo —le dijo el leprechaun—,
y yo te regresaré a tu casa. Pero en ese instante, cuando el gaitero estaba a punto de subir a las espaldas del leprechaun, el ganso que había atendido el servicio de la mesa (el mismo que él pensaba haberse comido en la fiesta de Beltayne) se acercó a él y le entregó una gaita nueva. Luego, él y el leprechaun se marcharon y, al llegar a Dunmore, el duende dejó al gaitero sobre el pequeño puente y le dijo que regresara a su casa, agregando:—Ahora, además de algunas monedas de oro, tienes dos cosas más:
ciall agus eól (conocimientos de música) y muchas canciones nuevas; aprovéchalas.Contento como unas pascuas, Swenû corrió hasta su casa, abrió la puerta y llamó a su madre a gritos:—¡Déjame entrar; tengo una fortuna en mi bolso y soy el mejor gaitero de Erín.


Al día siguiente, Swenû fue a ver al padre Arragh y le contó su historia con el
leprechaun,pero el cura se negó terminantemente a aceptar una sola palabra de su relato, hasta que comenzó a tocar la gaita y los chillidos de gansos y patos amenazaron con dejarlos sordos a ambos.—¡Vete de mi vista, ladrón de gansos! ¡No te conformas con comerte mi ave, sino que también quieres burlarte de mí!. Pero el gaitero no le hizo el menor caso, y tomó su gaita vieja, para demostrar al párroco que su relato era verídico; y en cuanto comenzó a tocar su antiguo instrumento, sonó una música maravillosa y, desde aquél día hasta que su brazo ya no tuvo fuerzas para presionar el odre de la gaita, nunca hubo en ningún condado de Erín un músico tan solicitado como Swenû, El Gaitero.


El Campesino y la Roca

La historia cuenta que un rey colocó una gran roca obstaculizando un camino y luego se escondió para ver si alguien la quitaba.
Algunos de los comerciantes y cortesanos más adinerados del reino pasaron por allí y simplemente rodearon la roca sin intentar moverla.
Muchos culparon al rey de no mantener los caminos despejados, pero ninguno intento moverla.

Cierto día, pasó por allí un campesino con su carreta cargada de verduras, al aproximarse y ver la roca, bajó la carga que traía y con su carro y los caballos trato de moverla hacia un lado del camino. Después de mucho trabajo logró moverla y despejar el camino.
Mientras recogía su carga de vegetales, notó que en el lugar donde estaba la roca había una bolsa que contenía una gran cantidad de monedas de oro y una nota del Rey que decía: Las monedas de oro son para la persona, que logre mover la piedra del camino.
El obstáculo que para muchos era un impedimento para seguir adelante, para el campesino solo fue una oportunidad de demostrar que nada puede entorpecer el camino de nuestra vida. Con sabiduría y coraje hizo lo que otros jamás hubieran hecho.

“En el transitar por la vida nos encontramos con muchos obstáculos, si los enfrentamos con una actitud correcta y no tratamos simplemente de evitarlos, aprenderemos a ser sabios y valientes, y a su tiempo recibiremos el premio oportuno, como le ocurrió al campesino”

sábado, 18 de octubre de 2014

El Doctor Sábelotodo

Había una vez un pobre campesino apodado Cangrejo, que guiaba dos bueyes con su carreta, y llevaba una carga de madera a la ciudad, que se la vendió a un doctor por dos talentos. Cuando el dinero era contado para pagarle, coincidió que el doctor estaba sentado a la mesa comiendo. El campesino al ver cuan gustoso era lo que el doctor comía y bebía, su corazón y su estómago desearon lo que estaba viendo, y decidió que él también podría ser doctor. Así que se quedó un rato parado ahí, y al final le preguntó si él no podría llegar a ser doctor.

-"¡Oh, claro que sí!"- dijo el doctor, -"y esto se aprende a manejarlo prontito."-

-"¿Y qué es lo que debo hacer?"- preguntó el campesino.

-"En primer lugar cómprate un libro A B C de la clase que tiene un gallo en la portada. En segundo lugar, cambia tu carreta y tus bueyes por dinero para comprarte alguna ropa venida al caso, más algunas otras cosas pertenecientes a la medicina. Y tercero, haz un rótulo pintado por ti mismo con las palabras: "Soy el Doctor Sábelotodo", y clávalo sobre la puerta de tu casa."-

El campesino hizo todo lo que el médico le dijo que hiciera. No mucho tiempo después, cuando ya había tratado algunos pacientes, a un gran rico noble le robaron algún dinero. Y a él le hablaron acerca del Doctor Sábelotodo que vivía en tal y cual villa, y que podría saber qué fue lo que pasó con su dinero. Así que el noble encinchó sus caballos al carruaje, se dirigió a la villa, y le preguntó al señor Cangrejo si él era el Doctor Sábelotodo. Y le dijo que sí, que él era. Entonces el noble le pidió que fuera con él para recuperar el dinero robado.

-"Oh, sí, pero Grethel, mi esposa debe ir conmigo."-

El noble estuvo de acuerdo y sentó a ambos en un asiento del carruaje, y todos se fueron juntos. Cuando llegaron al castillo del noble, la mesa estaba puesta, y el señor Cangrejo fue invitado a sentarse y comer.

-"Oh, sí, pero Grethel, mi esposa también."- dijo él, y se sentó a la mesa con ella.

Y cuando el primer sirviente llegó con un delicado plato de entrada, el campesino tocó a su esposa, y señalando con el dedo al sirviente dijo:

-"Grethel, éste es el primero."- refiriéndose que ése era el primer plato del almuerzo.
El sirviente, sin embargo, pensó que él quiso decir:

-"Éste es el primer ladrón."- como ciertamente lo era, y así que se espantó, y le dijo a sus compañeros afuera:

-"El doctor lo sabe todo: debemos cuidarnos, él dijo que yo era el primero."-

El segundo sirviente no deseaba ir del todo, pero fue obligado. Así, cuando fue con su plato, el campesino tocó a su esposa, y señalando con el dedo al sirviente dijo:

-"Grethel, éste es el segundo."- refiriéndose que ése era el segundo plato del almuerzo.

El sirviente se alarmó muchísimo, y salió. Al tercero no le fue mejor, pues el campesino de nuevo tocando a su esposa, y señalando con el dedo al sirviente dijo:

-"Grethel, éste es el tercero."- refiriéndose que ése era el tercer plato del almuerzo.

El cuarto tenía que llevar un plato cubierto, y el noble le dijo al doctor que quería que le mostrara su habilidad, y adivinara qué era lo que había bajo la cubierta. El doctor miró el plato, y no tenía idea de qué decir, y gritó:

-"¡Ay, pobre Cangrejo!"- refiriéndose a él mismo.

Cuando el noble escuchó tan acertada respuesta, gritó:

-"¡Eso es! ¡él lo supo, y sabe dónde está el dinero!"-

                                                         
Con todo eso, los sirvientes se vieron terriblemente perdidos, y le hicieron una seña al doctor pidiéndole que saliera afuera por un momento. Cuando en efecto, él salió, los cuatro le confesaron que sí habían sido ellos quienes tomaron el dinero, y dijeron que estarían dispuestos a devolverlo, y a darle a él una buena suma con el compromiso de que no los denunciara, pues de lo contrario serían colgados. Ellos lo llevaron al lugar donde estaba oculto el dinero. Con eso, el doctor quedó satisfecho, y regresó al salón, se sentó a la mesa y dijo:

-"Mi Señor Noble, ahora buscaré en mi libro donde está escondido el oro."-

El quinto sirviente, sin embargo, se ocultó en la alacena para oír si el doctor sabía algo más. El doctor, tranquilamente se sentó y abrió su libro A B C, corría las páginas para atrás y para adelante, buscando por el gallo. Como no vio la portada, no lo pudo encontrar inmediatamente, y dijo en voz alta:

-"¡Ya sé que estás oculto ahí, mejor preséntate!"-

Entonces el tipo que estaba en la alacena pensó que el doctor se refería a él, y todo aterrorizado, salió de allí gritando:

-"¡Ese hombre lo sabe todo!"-

Y el Doctor Sábelotodo mostró al noble el lugar donde estaba el dinero, pero no dijo quienes lo robaron, según lo acordado. Y así recibió de ambos lados mucho dinero en recompensa, y llegó a ser un hombre reconocido.






Bullyng y Violencia

Marita, una joven muy pobre iba a cumplir 15 años y decidió festejarlo e invitar a sus compañeros del colegio. Para esto ahorro dinero por mucho tiempo.

Al enterarse sus amigos de la fiesta, decidieron hacerle una broma.Dentro del grupo estaba Pedrito, el líder, el langa, era el que se divertía mofándose de todos. Les dijo que se encargaría personalmente de preparar el regalo.

Lleno una caja muy bonita con basura y desperdicios mal olientes, la envolvió con papel dorado, le puso un gran moño y una tarjeta con agradables palabras.

Llego la hora del brindis, le cantaron el Feliz Cumple y fue el momento que Pedrito en representación de todos le entrego el regalo.

Marita, que estaba disfrutando la fiesta de una manera increíble, abrió la caja con ilusión delante de los presentes, entonces se encontró con la gran sorpresa. Pedrito y sus compinches se rieron y se burlaron haciendo comentarios desagradables y humillantes.

Sin desdibujarse la sonrisa de su cara, Marita le pidió a Pedrito que la esperara un momento. Ella se retiro por unos minutos de la fiesta, tiro la basura, limpio la caja, la lleno de flores y la envolvió con el mismo papel. Al entrar al salón, todos se quedaron sorprendidos de su actitud.

Fue al encuentro de Pedrito, con mucho cariño y dulzura le dijo: -Este es mi regalo para ti.

Expectantes y en silencio los presentes, pensaron que la devolución de la broma iba a ser más pesada. Este con manos temblorosas, abrió la caja y para su sorpresa, le preguntó: -¿Qué significa esto. A lo que ella le contesto:

«Cada uno da lo que tiene en su corazón»

Esta historia, nos debe hacer reflexionar y preguntarnos: ¿Que hay en mi corazón, basura o flores.

Si hay violencia… rechazo… odio… rencor… envidia… resentimientos… ira... entonces tu interior está lleno de basura.

Si por el contrario, si sientes amor por tu vida y por la de los demás, si tienes buenos sentimientos y te ocupas de ayudar y consolar a los que sufren, entonces sin dudas tu interior es un jardín donde crecen flores para llenar tu corazón.

La basura tiene el propósito de enviarte a la cárcel, al hospital o peor aún al cementerio. En definitiva te impulsa a destruir la vida de otros o la propia, porque la basura perjudica la salud y el rencor envenena el corazón.

Si estas en un gran basurero y sientes que no puedes dominar tus impulsos, por muchas razones que tengas, te sugiero que busques a Dios, y le permita que sea parte de tu vida. Él no dudará en ayudarte a sacar toda la basura de tu interior y sin darte cuenta, comenzarás a oler el más exquisito perfume, este es una combinación, de amor… paz… gozo… ternura… prudencia… humildad…

A propósito a que hueles…

martes, 14 de octubre de 2014

La historia de un perrito



Regalaron a los niños
un cachorro de seis días.
El perrito casi no andaba ni veía.

Le criaron con biberón
y puré de salchichas,
pero no lo acariciaban,
le estrujaban,
le estrujaban. ¡qué paliza!

El perro a los niños
les alegraba, les hacía niñerías.
Los niños al perro
le hacían perrerías.

Creció el perro paso a paso,
y los niños ya no le hacían caso.

Cuando la familia           
se fue de vacaciones,
le abandonaron en la carretera
entre unos camiones.

Y dijo el perro ladrando en voz alta
(que quien lo escuche se asombre)
-Me dan ganas de dejar de ser
el mejor amigo del hombre.

Pasó días sin beber nada,
sin comer algo.
El perro cambió de raza,
parecía un galgo.
Le recogió un viejo mendigo.
Le dijo: -Voy a ser tu amigo,
te cortaré el flequillo
y serás mi lazarillo.

El perro movió el rabo,
estiró el hocico,
movió la nariz,
por primera vez fue feliz.

La vaca llorona



La vaca está triste,
muge lastimera,
ni duerme, ni bebe
ni pasta en la hierba.

La vaca está triste,
porque a su chotito
se lo han llevado
los carniceros
al mercado.

Está tan delgada,
la vaca de Elena,
que en vez de dar leche,
da pena.


Autor: Gloria Fuertes

lunes, 13 de octubre de 2014

El gallo despertador



Kikirikí,
estoy aquí,
decía el gallo
Colibrí.

El gallo Colibrí
era pelirrojo,
y era su traje
de hermoso plumaje.

Kikirikí.
levántate campesino,
que ya está el sol
de camino.

-Kikiriki.
levántate labrador,
despierta con alegria,
que viene el dia.

-Kikiriki.
Niños del pueblo
despertad con el ole,
que os esperan en el "cole'.
El pueblo no necesita reloj,
le vale el gallo despertador


Autor: Gloria Fuertes

domingo, 12 de octubre de 2014

LOS GNOMOS DE COVA DA SERPE

Según cuentan las antiguas leyendas gallegas, cuando la Serra da Cova da Serpe, en la región de la Coruña, se cubre de nieve, los lobos, arrojados de sus cubiles por el hambre y el frío, bajan en manadas por los faldeos, y más de una vez se los ha oído aullar en coros pavorosos, no sólo en los caminos, aterrando a los viajeros, sino hasta en las calles mismas de los pueblos, donde los habitantes se encierran en sus casas a cal y canto. Pero no son precisamente los lobos los merodeadores más terribles de la Covada Serpe; en sus riscos superiores, en sus cimas desoladas y sus cuevas interminables, pululan unos espíritus diabólicos que por las noches bajan en enjambres por las laderas, juegan en las aguas de las fuentes y arroyos y se hamacan en las ramas de los árboles desnudos.Ellos, y no otros, son los que aúllan a coro con los lobos, empujan inmensas bolas de nieve que bajan rodando desde los picos más altos, arrollando todo lo que encuentran en su camino, y los que bailan y corren como llamas azules, rojas y amarillas, sobre la superficie de los pantanos.Entre estos espíritus diabólicos que, arrojados de los llanos y los lugares poblados por los exorcismos de la Iglesia, se refugiaron en las cuevas más altas, los hay de diversas familias y,como tales, se aparecen ante nosotros con formas y tamaños diferentes. Sin embargo, los más detestables y malévolos de todos ellos, los que se insinúan con frases seductoras, conquistando el corazón de las jóvenes son, sin duda alguna, los gnomos. Estas pérfidas criaturas viven en las entrañas de los montes, conocen a la perfección sus cuevas y senderos interiores, y cuidan celosamente los tesoros que las rocas encierran en su seno, entre los que pueden contarse las vetas auríferas, los yacimientos de metales preciosos y los innumerables depósitos de piedras preciosas. Según cuenta un antiguo relato de esta región de la Serra da Cova da Serpe un joven pastor,tratando de recuperar a una de sus ovejas extraviadas, penetró en uno de esos antros, horrorosos ymagníficos a la vez, con sus bocas disimuladas por espinosos matorrales y cuyo fin no fue visto nunca por hombre alguno. Cuando ingresó a la cueva, el pastor era un hombre joven, garboso y atezado, pero cuando regresó del interior de la montaña, su rostro se encontraba pálido como la muerte y su cabello había encanecido como el de un anciano. Había descubierto el secreto de los gnomos; había respirado la fétida y ponzoñosa atmósfera de sus cubiles, y pagó su atrevimiento con un envejecimiento prematuro. Pero en lo que le quedó de vida pudo referir a quien quisiera escucharlo lo que había visto, y su historia fue transmitida de padres a hijos desde incontables generaciones. De acuerdo con lo que él mismo narró, se internó caverna adelante, hasta llegar por último a unas interminables galerías que descendían abruptamente hacia las entrañas de la tierra; estos enormes pasadizos estaban alumbrados por un fulgor misterioso y fantasmal, producido, al parecer por la fosforescencia de innumerables trozos de gemas cristalinas, de todas las formasexóticas e inverosímiles que ninguna mente humana podría haber imaginado.El piso, las paredes y el curvo techo abovedado de los inmensos salones en que se abrían de tanto en tanto las galerías, se veían jaspeados por estrías de colores diversos, como los mármoles más finos, pero las vetas eran de oro y plata, y en ellas aparecían incrustadas infinidad de piedras preciosas entre las que podían identificarse rutilantes diamantes, rubíes rojos como la sangre,verdes esmeraldas, zafiros, topacios y muchas otras piedras desconocidas, que el pastor sólo pudo describir diciendo que sus ojos se habían encandilado al contemplarlas.
El más absoluto silencio lo acompañó durante su descenso por aquellos interminables pasadizos; ningún ruido, excepto el de sus pasos, rebotaba en sus anfractuosidades y, a intervalos irregulares, unos gemidos prolongados y lastimeros, provocados por un viento de origen desconocido que circulaba a lo largo de aquel intrincado dédalo de corredores. Escuchando con más atención, el pastor también pudo percibir el susurro de aguas corrientes que discurrían por las paredes, y el rumoreo desconcertante de un río de lava subterráneo que hervía debajo de la roca que pisaban sus pies.El joven, solo y perdido en aquel laberinto inverosímil, caminó durante largas horas sin poder encontrar una salida, hasta que finalmente descubrió el manantial cuyo rumor había escuchado tiempo antes. Encontró el arroyuelo tras un recodo de la gruta, que brotaba de una de las paredes como una fantástica cascada de plata coronada de espuma, y corría por el piso descendente,produciendo un murmullo cristalino al acariciar sus aguas las peñas y las grietas de la roca viva.En sus márgenes crecían plantas desconocidas que el pastor, a pesar de haber vivido toda su vida en la región, no pudo siquiera identificar; algunas de ellas, que salían a través de las fisuras de las piedras, tenían una extrañas hojas anchas y carnosas, y otras, que se arraigaban dentro mismo del arroyo, eran finas y delgadas como cintas que ondulaban con los movimientos del agua.Entre estas plantas se movían unos seres extraños que, en algunas ocasiones parecían humanos de corta estatura y gran deformidad, en otras grandes salamandras refulgentes y un momento más tarde se transformaban en efímeras llamaradas multicolores que danzaban en locas espirales sobre las plantas. En esas criaturas, el pastor identificó aterrado a los gnomos que,desplazándose por los corredores de piedra,corriendo como enanos patizambos y deformes,siseando y arrastrándose como reptiles o trepando por las paredes y corriendo sobre la superficie del agua en forma de fuegos fatuos, extraían ya tesoraban sus fabulosas riquezas. Aún en medio de su terror, el joven recordó lo que las leyendas cuentan de aquellas entidades diabólicas: son ellos los que conocen los escondrijos donde los avaros entierran sus tesoros y que sus herederos luego buscan en vano; son ellos los que saben dónde los moros dejaron sus botines al ser expulsados de España; son ellos, y no otros, los que localizan y roban las alhajas y valores que se pierden y luego los ocultan en sus guaridas subterráneas, porque son los únicos que pueden transitar por aquellos corredores mal sanos. Allí, escondido entre las hojas carnosas, el pastor pudo comprobar la existencia de objetos exóticos y de costo inapreciable, entre los que podían verse copas cinceladas en oro y plata, conincrustaciones de piedras preciosas; ánforas de los mismos metales, ricamente trabajadas y colmadas de rubíes, diamantes y esmeraldas; collares y diademas de perlas y gemas, y arcenes enteros llenos de monedas con formas y caracteres imposibles de reconocer; tesoros, en definitiva, tan incalculables y fantásticos que la razón se negaba a aceptarlos. Y todas aquellas riquezas brillaban con tal intensidad, que el pastor relató que parecía que todo el aire estaba lleno de chispas de colores y que la caverna misma se encontraba en llamas, y las imágenes rielaban como a través del calor de una hoguera.Y fue entonces cuando la codicia comenzó a disipar el miedo del pastor, quien, deslumbrado por la contemplación de tantas joyas, cada una de las cuales lo enriquecería de por vida, intentó recoger algunas de ellas, cuando, a pesar del bramido del río de lava, la profundidad de la roca, el rumor del arroyo y las risotadas de los gnomos, llegó hasta sus oídos el repique de la campana de la ermita del pueblo, llamando a los fieles a la oración de la tarde. Al oír su clamor, el pastor, que ya había sido visto por los gnomos y estaba a punto de ser alcanzado por ellos, cayó de rodillas,encomendándose a la protección de la Virgen de Cova da Serpe, patrona de la iglesia. Y así, en un abrir y cerrar de ojos, y sin saber a ciencia cierta cómo ni por qué medio, se encontró repentinamente fuera de la cueva, tirado a un costado del camino que conducía al pueblo, y aturdido como si hubiera salido de un largo sueño.
Desde entonces, los lugareños de la Serra da Cova da Serpe saben por qué la fuente del mercado trae a veces en sus aguas restos de un finísimo polvo de oro y, en ocasiones, en el murmullo que causa se mezclan palabras y suspiros confusos pero sugestivos, que los gnomos vierten en ellas, para seducir a los ingenuos y avariciosos que los escuchan, prometiéndoles riquezas que terminan por ser su perdición.