Hace muchos años,
cuando los reinos de Inglaterra batallaban entre sí, un niño
llamado Arturo fue entregado al mago
Merlín para que lo educara. El
mago lo llevó al castillo de un noble, quien, tenía un hijo de
corta edad llamado Kay. Merlín enseñó a Arturo ciencias y ciertas
fórmulas mágicas.
Los años fueron
pasando y el entonces rey Uther murió sin que nadie le conociera
descendencia. Los nobles acudieron a Merlín para encontrar al
sucesor. El mago hizo aparecer sobre una roca una espada clavada a un
yunque de hierro, con una leyenda que decía:
-Esta
es la espada Excalibur. Quien consiga sacarla de este yunque, será
rey de Inglaterra-
Ningún noble
consiguió mover la espada.
Los pequeños, eran
ya dos muchachos, y estaban en la ciudad porque Kay participaba en un
torneo. En el último momento, Arturo se dio cuenta que había
olvidado la espada de Kay en la posada. Salió corriendo, pero al
llegar, la puerta estaba cerrada. Miró alrededor y descubrió la
espada Excalibur. Acercándose a la roca, tiró del arma. En ese
momento un rayo de luz blanca descendió sobre él y Arturo
sacó la espada fácilmente. Se
la dio a Kay y le explicó lo sucedido.
Al ver que era
Excalibur, obligaron al muchacho a colocarla en su lugar, los nobles
intentaron sacarla, pero ninguno lo consiguió. Entonces Arturo toco
la espada, sobre su cabeza volvió a descender un rayo de luz blanca
y sacó la espada sin el menor esfuerzo.
Arturo
se convirtió entonces en rey Inglaterra.
Merlín, pensando que Arturo ya no le necesitaba, se retiró a su
morada. Cuando algunos nobles se alzaron en armas contra el rey
Arturo. Merlín proclamó que Arturo era hijo del rey Uther, por lo
que era rey legítimo. Pero los nobles siguieron en guerra hasta
fueron derrotados por Arturo, ayudado por la magia de Merlín.
Para evitar que lo
ocurrido volviera a repetirse, Arturo creó la Tabla Redonda, que
estaba formada por todos los nobles leales al reino. Luego se casó
con la princesa Ginebra, a lo que siguieron años de prosperidad y
felicidad tanto para Inglaterra como para Arturo.
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