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lunes, 28 de julio de 2014

¿Qué es la obesidad?


La masa total del cuerpo está compuesta por elementos de distinta naturaleza: masa grasa, masa muscular, agua, mineral óseo y mineral no óseo, entre otros. La obesidad es el aumento y la acumulación de masa grasa, y es especialmente problemática la denominada obesidad central o adiposidad, cuando se deposita sobre todo en la zona abdominal.
La variable que más determina el peso y la composición corporal es el balance calórico, que es la diferencia entre la ingesta calórica (las calorías que nos aporta lo que hemos comido) y el gasto calórico (las calorías consumidas por la actividad realizada).
Así, se pierde peso cuando el gasto calórico supera a la ingesta calórica (balance negativo); en cambio, se gana peso cuando se ingresan más calorías que las que se gastan (balance positivo).
Si queremos controlar nuestro peso es fundamental que adoptemos conductas saludables tanto en lo que se refiere a nuestra alimentación (ingesta calórica) como a la práctica de actividad física (gasto calórico).
La obesidad es un trastorno que contribuye al desarrollo de enfermedades como la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial y el colesterol elevado (dislipemia); trastornos que pueden ocurrir aún en situaciones de aumentos de peso poco importantes, sobre todo si la localización del sobrepeso es abdominal. La obesidad incrementa los factores de riesgo cardiovasculares y
se vincula también con el desarrollo de ciertos tipos de cáncer.


¿Qué factores provocan la obesidad?


En algunos casos, la obesidad puede estar provocada por factores metabólicos genéticos, heredados de los padres y madres.
Sin embargo, en la mayoría de los casos el exceso de peso de los niños y niñas está relacionado con los estilos de vida y, en concreto, con los hábitos de nutrición y de actividad física.
El mantenimiento del peso corporal surge del equilibrio entre las energías ingeridas (alimentación) y las consumidas en las actividades cotidianas (actividad física). En esa lógica, la obesidad es consecuencia de una ingesta
de energías superior a la que los niños y niñas necesitan para realizar a lo largo del día sus distintas actividades escolares, familiares y de ocio y juego.
En los últimos veinte años se han producido dos cambios simultáneos en nuestro estilo de vida que explican en gran parte este aumento de la obesidad:
* Por un lado, consumimos cada vez más alimentos que tienen un alto valor energético.
* Al mismo tiempo, a lo largo del día nos movemos menos que antes y, en consecuencia, gastamos menos energía.


Nuestros niños comen peor, con alimentos que nos aportan más energía, y se mueven menos, lo que hace que el exceso de energía se vaya acumulando en forma de grasa corporal.


¿Qué consecuencias tiene esto en la salud de los niños?


La obesidad infantil tiene consecuencias inmediatas y futuras en la salud de los más pequeños. En corto plazo, los niños obesos pueden padecer dos tipos de consecuencias:


* Psicosociales, como aislamiento social, discriminación, pérdida de autoestima y trastornos de la alimentación que provoquen bulimia o anorexia.


* Físicas, como alteraciones ortopédicas y molestias respiratorias.


A largo plazo, los niños y niñas obesos están incrementando los riesgos de padecer en la adultez o la vejez (e incluso a edades más tempranas) una larga lista de patologías, entre las que se encuentran:


* Hipertensión.
* Diabetes.
* Enfermedades cardiovasculares.
* Algunos tipos de cáncer.
* Problemas en las articulaciones.
* Enfermedades degenerativas, como el Alzheimer.


La OMS estima que tres de cada cuatro niños que son obesos entre los 10 y los 12 años también lo serán cuando sean adultos.
Los niños obesos del presente son, con una alta probabilidad, los enfermos crónicos del futuro.


¿Qué hábitos influyen en el desarrollo de la obesidad?


En la vida cotidiana de los niños y niñas españoles encontramos una larga lista de hábitos que explican el aumento de la obesidad.


En materia de alimentación, podemos enumerar:


* Consumo elevado de alimentos de alto contenido energético (bollería industrial, hamburguesas, pizzas, patatas fritas, refrescos azucarados y productos precocidos con alto contenido de grasas).
* Ingesta insuficiente de verduras, frutas y pescado.
* Pérdida del hábito de desayunar.
* Dieta desordenada, con mucho “picoteo” entre horas, por lo general de productos con alto contenido energético.


En cuanto a la actividad física, se evidencia una pérdida progresiva de la práctica de actividad física en la infancia y la adolescencia, que se manifiesta en:


* Menos horas dedicadas a hacer ejercicio o a practicar algún deporte.
* Pérdida de hábitos de juego dinámico al aire libre.
* Uso del vehículo familiar para el desplazamiento a las distintas actividades, en lugar de caminar o utilizar la bicicleta.
* Más horas dedicadas a actividades sedentarias, como ver televisión o jugar con la consola y el ordenador.


¿Cómo saber si tenemos exceso de peso?


Para saber si una persona tiene un peso normal o acumula algunos kilos de más, se utiliza un indicador que se conoce como Índice de Masa Corporal (IMC), que relaciona el peso de la persona con su estatura.
El cálculo se realiza a través de una fórmula relativamente sencilla, que divide el peso de la persona (expresado en kilos) entre el cuadrado de la estatura (expresado en metros).
IMC = peso (Kg.) / altura2 (m2)


El resultado de ese cálculo nos indica si la persona tiene el peso adecuado en relación con su estatura y, por tanto, es un indicador de salud. Si el resultado es:


• Menor a 17, la persona está desnutrida;
• Entre 17 y 25, tiene un peso normal;
• Entre 25 y 30 tiene sobrepeso;
• Si el IMC es superior a 30, la persona es obesa.


Algunas instituciones, como la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), disponen de calculadoras online que facilitan la realización de ese cálculo.
Más allá de los consejos generales que se ofrecen en este capítulo para prevenir la obesidad infantil, es importante que si su hijo o hija tiene sobrepeso (IMC superior entre 25 y 30) u obesidad (IMC superior a 30) sea tratado por profesionales especializados. Estos profesionales podrán poner en marcha, en conjunto con la familia, el tratamiento más adecuado para
las características de cada paciente. Lo importante es que tomemos conciencia de que tener la obesidad es una enfermedad que provoca pérdida de salud presente y futura, y que necesita de un tratamiento profesional para ser combatida.


Consejos para prevenir la obesidad infantil


Aunque las estadísticas no son alentadoras, tenemos una buena noticia: salvo los determinantes genéticos, todos los demás factores que originan la obesidad infantil son modificables porque se relacionan con hábitos que hemos adquirido y que, si nos lo proponemos, podemos cambiar. Si tenemos en cuenta que muchos de esos hábitos son los que los niños y niñas aprenden en casa, es evidente que la familia debe involucrarse activamente en el cuidado de la salud de los más pequeños, fomentado la adopción de hábitos saludables en materia de alimentación y actividad física.
Prevenir la obesidad es posible y relativamente sencillo:


* Reparta su alimentación en 5 comidas al día: desayuno, media mañana, comida, merienda y cena.
* Elija alimentos con bajo contenido de grasas.
* Evite los alimentos fritos.
* Reduzca el consumo de azúcar.
* Consuma verduras en abundancia y tome de 2 a 3 piezas de fruta al día, evitando aquellas que contengan mucho azúcar, como el plátano, las uvas o las cerezas.
* Consuma pescado al menos dos veces por semana y disminuya la ingesta de carnes rojas.
* Manténgase activo. Moverse y consumir energías es fundamental para controlar los excesos de peso. Caminar con los amigos, salir de paseo, hacer gimnasia, el baile de salón y los viajes son algunas de las actividades que te podrán ayudar a mantener una vida activa.


El principal consejo para la familia, es predicar con el ejemplo. Nuestros hijos
nos tienen como una referencia, y la mayoría de las veces no hacen más que repetir nuestras costumbres y hábitos.
El único “milagro” es adoptar un estilo de vida saludable
Para las personas que tienen sobrepeso u obesidad, “dieta” es la palabra más temida, porque viene acompañada por una serie de prohibiciones que, por lo general, son la causa del fracaso de los planes para controlar el peso. Quizás el error está en confiar en soluciones express o milagrosas, que prometen devolvernos el peso adecuado de forma rápida y sin grandes esfuerzos. La clave para el éxito de estos planes es proponerse cambiar conductas poco a poco, para adoptar en el largo plazo los hábitos alimentarios más saludables. En todos los casos es fundamental contar con el asesoramiento y control de
los profesionales sanitarios (médicos, nutricionistas y profesores de educación física).
Lo primero que hay que tener muy claro es que no todo vale a la hora de perder peso o, lo que es lo mismo, que los milagros no existen. Muchas personas tienen la tentación de bajar de peso a través del ayuno y de dietas de restricción calórica extrema, sin tomar conciencia de que estas dietas causan pérdidas importantes de agua y tejido magro (fundamentalmente, músculo). La alternativa más recomendable es perder peso a través de un programa de actividad física regular que se complemente con una dieta moderadamente baja en calorías.
La actividad física no sólo es necesaria para bajar de peso cuando uno tiene unos kilos de más, sino que tiene un beneficio comprobado en el mantenimiento del peso corporal normal. El ejercicio físico tiene el doble beneficio de producir la pérdida de grasa (tejido adiposo) y de incrementar la masa muscular y ósea (tejido magro). Las personas que realizan actividad física de forma continuada tienen un porcentaje menor de masa grasa que personas de la misma edad y sexo que tienen hábitos sedentarios. Es decir, si ambas personas consumen igual cantidad de calorías, las que tienen un estilo de vida activo acumulan menos masa grasa.
Entre los principales cambios beneficiosos que produce la actividad física está la posibilidad de aumentar la tasa metabólica, que es la cantidad de energía que utilizamos para estar vivos cada momento del día. Si aumentamos la tasa metabólica querrá decir que, aún cuando estamos en reposo, nuestro gasto de energía es más alto que antes; por tanto, estaríamos controlando el peso corporal y la grasa aún durante nuestro período de descanso o leyendo un libro.


Diez consejos para recuperar un peso saludable


Si usted tiene exceso de peso, tenga en cuenta estos diez consejos que le ayudarán a mejorar su peso corporal y sentirse bien consigo mismo:


1. Recuerde que bajar de peso es el resultado de gastar más energía que la que se ingiere con las comidas. Para la gran mayoría de las personas, aún siendo muy activas, una ingesta desmedida siempre superará al gasto de energía. Lo más recomendable es adoptar una dieta baja en calorías pero que respete los principios básicos de la nutrición: calidad, cantidad, armonía y adecuación. El agua es un elemento fundamental de toda dieta y un pilar básico de la salud, porque es la mejor manera de estar hidratado y no aporta calorías.
2. Empiece practicando actividad física de intensidad leve, como caminar a ritmo pausado sin fatiga excesiva, subir un edificio por las escaleras o montar en bicicleta unos pocos kilómetros en forma recreativa. Si tiene alguno o varios factores de riesgo (obesidad, tabaquismo, hipertensión, diabetes), efectúe una consulta médica antes de iniciar la actividad física.
3. Si fuera posible, recurra a un profesor en educación física para que diseñe el programa de ejercicios a realizar.
4. Desarrolle la actividad física con una intensidad que no suponga un esfuerzo excesivo. Un buen consejo es hacer ejercicio a una intensidad que aumente el sudor y la respiración pero no impida sostener una conversación durante la actividad.
5. La actividad debe tener una duración mínima de 20 minutos para asegurar un gasto de energía importante. Es preferible realizar el ejercicio a una intensidad leve o moderada si eso permite que la duración del ejercicio sea superior.
6. Realice actividad física todos los días de la semana. Si la intención es controlar el peso corporal es muy importante realizar actividad la mayor cantidad de días a la semana. Si hacemos ejercicio más días a la semana, tendremos un gasto extra de energía.
7. Preste atención a la ropa que utiliza para realizar ejercicio. Utilice diseños y materiales que permitan la libre circulación del aire entre la piel y el exterior. Es muy importante que el sudor, especialmente abundante en épocas cálidas, se evapore rápidamente de la superficie corporal para que nuestro sistema de control de la temperatura funcione correctamente.
8. Haga actividad física en grupo para alimentar la motivación. No es fácil cambiar un estilo de vida sedentario por otro más activo si no hay un soporte grupal y motivador, que nos impulse a salir a gastar energía. Si las actividades se hacen en familia y al aire libre, mucho mejor aún.
9. Lo importante es moverse más, y si es en un gimnasio mejor. El gimnasio no es necesario pero sí deseable, porque los programas de actividad física sistemáticos y personalizados permiten controlar más rápidamente el peso corporal.
10. Incluya la vida activa de manera natural en las actividades cotidianas. La realización de actividad física no debe ser una carga, como quien toma una medicación circunstancialmente. Caminar al trabajo o al colegio; ir andando a hacer la compra; subir escaleras en lugar de usar los ascensores (si no puede subir una planta, al menos baje dos); y bajar una estación antes en el metro o el autobús son estrategias que pueden suponer un importante gasto de energía semanal. La práctica de deportes no está recomendada para todas las personas, porque algunas requieren un esfuerzo muy alto. Consulte a su médico antes de practicar deportes intensos como el tenis, el pádel, el fútbol o el baloncesto.


Estos consejos no pretenden reemplazar los consejos personalizados que le pueda dar un profesional sanitario; al contrario, le invitamos a consultarlos para realizar aquellas actividades que mejor se adapten a sus necesidades. Pero estos consejos son una guía saludable que le permitirán comenzar con paso firme y seguro la recuperación de su peso ideal.

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