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lunes, 21 de julio de 2014

¿Por qué tienen lugar los conflictos?



Tenemos conflictos porque hombres y mujeres somos interdependientes; no vivimos aislados y de forma autosuficiente, sino que necesitamos el apoyo y los recursos de los demás. Es lógico que en esta relación de interdependencia no siempre salgan las cosas como nos gustaría, puede haber negativas o rechazo de nuestras peticiones; en muchas cosas nuestros deseos o aspiraciones no van a quedar satisfechas, va a haber frustraciones; es normal, por tanto, que aparezcan conflictos a todos los niveles en los que tiene lugar la relación, donde vivimos la interdependencia de unos respecto de otros.
Pero la interdependencia de unos respecto de otros, además de una condición explicativa de la aparición de los conflictos, va a ser también un elemento clave para la resolución de los conflictos:
* Lo que hacemos y decimos como respuesta a lo que ellos hacen y dicen influye en lo que ellos hagan después. El comportamiento de la otra parte depende en gran medida de nuestro comportamiento previo.
* Si no nos gusta la respuesta que recibimos de la otra persona, más que echársela en cara debemos preguntarnos qué hemos hecho o dicho previamente. Seguramente encontraremos sentido a su conducta.
 
Somos interdependientes y necesitamos compartir muchas cosas. Esto nos lleva a poner el acento en todo aquello que nos une, lo que hace posible vivir juntos, más que en lo que nos separa, diferencia y hace imposible la convivencia.
En segundo lugar, las personas somos diferentes, cada una tenemos nuestra propia biografía, con necesidades, esperanzas y expectativas diversas, con formas de percibir, pensar, sentir y actuar diferentes. Cada biografía tiene una historia personal distinta y observa el mundo, la vida la convivencia familiar y social desde una perspectiva diferente. Cada biografía quiere ser tomada en consideración y tener capacidad de poder decidir e influir en aquellos asuntos que les afectan. Desde cada biografía se vive e interpreta todo lo que sucede, la relación con otra persona, los deseos y aspiraciones, las respuestas que recibimos. Ahí aparecen las diferencias y las incompatibilidades, ahí surgen los conflictos.
Basta presentar a varias personas un mismo cuadro que contenga algunos elementos ambiguos o contarles una historia mínimamente compleja para comprobar las distintas visiones e interpretaciones que hacen, aunque todos hayan visto u oído la misma realidad, el mismo cuadro o la misma historia. Como dice el refrán: “todo es según el color del cristal con que se mira”.
 
Hay otros factores que explican también por qué son tan frecuentes los conflictos:


* La forma en que se expresan las diferencias: nunca se ponen de manifiesto de manera fría y aséptica; por el contrario, se exponen de forma vehemente y con expresiones cargadas de emociones y sentimientos, con un importante componente afectivo más allá de las argumentaciones empleadas.
* La escasez de recursos, que hace que no siempre lleguen para todos, que haya que repartirlos y establecer prioridades. Esto implica que no siempre los recursos van a llegar a todas las personas, que pueden quedar necesidades y aspiraciones sin cubrir, etc.;
la escasez de recursos está en la base de muchos de los conflictos.
* La pertenencia a distintos grupos, como la familia, el pueblo, la nación, la religión, el club deportivo, los amigos de, etc.; sin darnos cuenta, los grupos nos “ponen unas gafas” a través de las cuales vemos la realidad. 
Inconscientemente asimilamos sus valores, percepciones, historias y otros elementos que influyen en la relación interpersonal, ya que nos hacen leer e nterpretar la realidad desde esa óptica grupal de la que no siempre somos conscientes. Es muy importante tomar conciencia de este fenómeno social y
aprender a relativizar las opiniones, versiones, análisis de nuestros grupos de pertenencia, sabiendo que son necesariamente parciales e incompletos.
* Las tendencias contradictorias que todos/as llevamos en nuestro interior. Somos capaces de lo mejor y de lo peor, queremos una cosa y luego hacemos otra, defendemos unos valores pero no siempre nuestra conducta es coherente con ellos. Más allá de las contradicciones de la sociedad, las propias personas somos interiormente conflictivas, de ahí que el conflicto esté habitualmente presente en nuestras vidas.


Por todas estas razones, es normal la presencia habitual y constante de los conflictos en nuestra vida. Conflictos vamos a tener siempre, no podemos eliminarlos. Lo importante es saber cómo utilizarlos, cómo transformarlos para que sean un elemento positivo en la convivencia.

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