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lunes, 28 de julio de 2014

Los trastornos de la conducta alimentaria



La principal característica de las personas que sufren trastornos de la conducta alimentaria es que adoptan conductas de alimentación anómalas como consecuencia de su insatisfacción con su imagen corporal. Las personas afectadas por estos trastornos sufren consecuencias nutricionales, físicas, psicológicas y sociales que, si no se tratan, pueden poner en riesgo su vida.
En la base de esos trastornos suele haber una distorsión de la propia imagen, que le hace sentir a la persona que está demasiado gorda, que es inferior a las demás o que las demás personas no aprecian su belleza; también suelen condicionar esas conductas anómalas algunos prejuicios o mitos, como que la belleza está asociada con la delgadez, o que hacer dieta o ejercicio es saludable aunque en algunos casos alcance niveles excesivos y ponga en riesgo la salud (como sucede en estos trastornos).


¿A quiénes afectan estos trastornos?


Estas enfermedades suelen afectar principalmente a jóvenes de entre 15 y 24 años, y en la mayor parte de los casos mujeres (entre el 90 y el 95% de los casos). Pero nadie, ni hombres ni mujeres, ni jóvenes ni adultos, está exento de verse afectado. Y lo que es peor: estos trastornos se están haciendo presentes cada vez a edades más tempranas, incluso entre pre-adolescentes.
Una de las causas principales de esta situación es el culto a la belleza de nuestra sociedad, en la que la delgadez se ha convertido en uno de los atributos más valiosos. En muchos casos, la preocupación por el aspecto físico llega a convertirse en una obsesión que gobierna la vida personal y social, y lleva a la persona a probar todo tipo de estrategias (ejercicios, dietas, masajes, cremas para adelgazar, consultas a especialistas) con tal de alcanzar ese ideal. Cuidar el cuerpo se confunde con perder kilos.


¿Cuáles son las características de la anorexia y la bulimia?


Aunque habitualmente se los mencione juntos, la anorexia y la bulimia tienen algunas particularidades que vale la pena precisar.
La anorexia nerviosa es una alteración de la percepción que una persona tiene de su propia imagen, que le hace sentir un miedo intenso a ganar peso o convertirse en una persona obesa, incluso estando por debajo del peso normal. Para evitar el aumento de peso, las reacciones más frecuentes son realizarse regularmente atracones y purgas (como en la bulimia) o
directamente reducir la ingesta de alimentos.
La bulimia nerviosa, literalmente “hambre de buey”, se caracteriza por “atracones” recurrentes (ingestas descontroladas de alimentos en un corto período de tiempo), que son compensados luego por alguna conducta inapropiada dirigida a no ganar peso, como provocarse vómitos; consumir laxantes, diuréticos, enemas u otros fármacos; ayunar o realizar ejercicio físico en exceso.
Estas definiciones son importantes para conocer las diferentes formas en que se manifiestan estos trastornos, pero hay que saber que en más de la mitad de los casos los trastornos se manifiestan con síntomas propios de ambas simultáneamente.
Es lo que recibe el nombre de trastornos de la conducta alimentaria atípicos, porque no responden exactamente en la definición clínica establecida para la anorexia nerviosa o la bulimia nerviosa al faltar alguna de las características habituales.
Las personas afectadas por estos trastornos atípicos pueden tener al mismo tiempo una combinación de síntomas de ambos a la vez.
El trastorno por atracones es el más conocido entre los trastornos de la conducta alimentaria atípicos. En estos casos las personas afectadas tienen episodios en los que comen en exceso pero, a diferencia de lo que sucede en la bulimia, no intentan controlar su peso con técnicas de purga.


¿Qué factores originan estos trastornos?


Más allá de sus características particulares de cada patología, los factores que originan la bulimia y la anorexia son similares.
Entre ellos, podemos mencionar:

* El carácter personal, con preocupación excesiva por la imagen corporal, perfeccionismo y/o y falta de autoestima e insatisfacción personal.
* Hábitos alimentarios inadecuados, como los intentos de seguir dietas rígidas o imposibles de cumplir con tal de mantener la delgadez.

* El contexto familiar, con padres y madres que sobrevaloran la imagen externa o que tienen expectativas demasiado altas para sus hijos e hijas; un clima familiar tenso, distante, escasamente afectuoso, sobreprotector y/o con poca comunicación; y la preocupación excesiva por el peso y las dietas del padre o la madre, o la obesidad de algún miembro de la familia.
* Acontecimientos vitales, como problemas sentimentales, económicos o laborales que la persona cree no poder resolver; transformaciones propias de la pubertad; un cambio de casa o de escuela; una enfermedad importante o la muerte de un miembro de la familia.
* Las presiones socioculturales, sobre todo en lo referido a los modelos de belleza que se transmiten a través de los medios de comunicación. Las personas afectadas adoptan como símbolos de éxito el estereotipo cultural que establecen los medios de comunicación (especialmente la televisión e Internet), que muchas veces transmiten como normal una imagen de delgadez anómala.

¿Qué consecuencias tienen estos trastornos en la salud de la persona que los padece?


Tanto la bulimia como la anorexia son alteraciones psicológicas que pueden generar repercusiones biológicas y fisiológicas de diversa gravedad. El impacto de estos trastornos sobre la salud es diferente en el caso de la anorexia nerviosa y de la bulimia nerviosa.
Entre las consecuencias de la anorexia nerviosa podemos encontrar la pérdida de peso injustificada, o el estancamiento de peso en el caso de los niños; el retraso en la aparición de la primera regla o la pérdida de la menstruación; palidez; caída de cabello; sensación de frío y dedos azules; problemas cardiovasculares, como tensión arterial baja o arritmias; debilidad y mareos.
Por su parte, la bulimia nerviosa puede provocar menstruaciones irregulares; dolor muscular y fatiga; irritación crónica de la garganta o pérdida de los dientes por la repetida provocación del vómito; e inflamación de las glándulas salivares.


¿Cómo podemos detectar un caso de bulimia o anorexia?


La familia tiene un rol fundamental en la detección temprana de estos trastornos. Aunque cada caso tiene sus particularidades, hay algunos comportamientos y actitudes que deben encender las alarmas y llevarnos a prestar más atención a nuestros hijos e hijas. Entre esas actitudes y comportamientos anormales debemos considerar:

* Un aumento importante de la actividad física, sobre todo en personas que han sido poco activas o no demostraban demasiado interés por hacer ejercicio.
* El aislamiento social y la ocupación de todo el tiempo en actividades “útiles” (como estudiar).
* Estado depresivo e irritable, con cambios frecuentes de humor.
* La alteración de los horarios de ingesta de alimentos.
* Una alimentación marcada por la práctica de dietas estrictas.
* El rechazo de la comida.
* Los atracones de comida repetidos, incontrolados y secretos.
* El consumo de laxantes, diuréticos y píldoras adelgazantes.
* La preocupación excesiva por la propia imagen y por lo que puedan pensar las demás personas.
* Los síntomas físicos como vómitos, ausencia de menstruación o pérdida significativa de peso.
* Lectura de revista o visitas a blogs, chats y foros en Internet que hacen un culto de la delgadez.


La familia tiene un rol fundamental en la prevención, la detección y el tratamiento de estos trastornos. Si creemos que algún familiar o amigo está padeciendo un problema de este tipo, es fundamental hablarlo directamente con él o ella. Muchas veces, la persona afectada y la propia familia son conscientes de que está ocurriendo algo anormal, pero no hablan de ello
o niegan que pueda representar un problema.
La familia puede ser un excelente agente de prevención. La adolescencia suele ser un período conflictivo de la vida, por lo que la clave es estar atento a los comportamientos de los hijos e hijas. Esto supone no sólo atender a sus hábitos alimentarios, sino conocer sus preocupaciones, dar importancia a sus comentarios y facilitar la expresión de sus sentimientos. También es muy importante formar a nuestros hijos e hijas para que desarrollen valores propios y se acepten tal como son, para que la imagen corporal no termine siendo un problema.
Familia y amigos tienen también una labor fundamental durante el tratamiento, haciendo el seguimiento de las indicaciones de los profesionales de la salud –por ejemplo, en el desarrollo de hábitos alimentarios correctos-, informando de cualquier recaída, y mostrando cariño y aceptación a la persona que padece la enfermedad


¿Cómo se pueden tratar estos trastornos?


El tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria requiere la participación de profesionales especializados. Afortunadamente, en la red sanitaria pública existen recursos específicos, con equipos multidisciplinares (médicos, terapeutas nutricionales y psicólogos) y unidades específicas de tratamiento de los Trastornos de la Conducta Alimentaria. Es importante
saber que el proceso de atención de estas enfermedades se inicia siempre en el centro de atención primaria de salud, donde el médico general o el pediatra valorarán cada caso e indicarán los pasos a seguir. Si lo consideran necesario, estos profesionales pueden derivarle a la consulta de una unidad de salud mental de la zona o a un programa específico de atención de estos trastornos, para que puedan indicarle el tratamiento a seguir y hacer un seguimiento adecuado. En los casos de mayor gravedad, la persona afectada puede necesitar incluso de hospitalización parcial o completa.
Además de la atención sanitaria, es muy importante que las familias busquen otros recursos de apoyo, como las asociaciones y grupos de ayuda.
Estas organizaciones, formadas por profesionales especializados y familiares de pacientes, pueden ser de gran ayuda, tanto para que los padres y madres puedan comprender los alcances de la enfermedad y cómo va a afectar a la vida familiar como para poder compartir experiencias y escuchar lo que nos pueden aportar otras familias que han pasado antes por una situación similar. Además, estas organizaciones también suelen ser de mucha utilidad para conocer los diferentes recursos socio-sanitarios disponibles para el tratamiento de las enfermedades y los procesos administrativos que hay que seguir para solicitar esos recursos públicos o privados.

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