Las alergias alimentarias son una respuesta exagerada del
organismo ante un alimento (alérgeno), que por sí mismo es
inofensivo para personas no alérgicas. El organismo humano
desarrolla mecanismos de defensa ante la acción de virus y
bacterias; en el caso de las personas alérgicas, al entrar en
contacto con el alimento, que provocará la reacción, sea por
inhalación, por contacto cutáneo o por ingestión, se activa por
error un anticuerpo que reacciona contra el alérgeno: la
inmunoglobulina E (IgE).
Esta reacción exagerada del organismo se manifiesta a través de
síntomas digestivos, respiratorios y/o cutáneos.
Entre las reacciones más habituales se describen:
Reacciones cutáneas, como erupciones, urticaria y, en algunos
casos más graves, dermatitis atópica e hinchazón de labios y/o
lengua.
Reacciones respiratorias, como rinitis y, en casos más graves,
asma.
Reacciones digestivas, como vómitos, náuseas, diarrea y dolor
abdominal.
Otras reacciones, entre las que se encuentra la conjuntivitis.
Las causas más frecuentes de alergia alimentaria en los primeros
años de vida, son los productos lácteos y el huevo; aunque también
pueden producirse reacciones a legumbres, frutas, frutos secos y
pescados. En los adultos, las alergias alimentarias más frecuentes están producidas por reacciones a frutas (kiwi,
melocotón) y mariscos.
Los niños que tienen hermanos o padres con antecedentes de
alergia tienen más riesgo de desarrollar alergias alimentarias. De
la misma manera, los niños que ya tienen una alergia alimentaria
tienen más riesgo de sufrir alergias a otros alimentos más
adelante.
La alergia a la leche es la más frecuente en los primeros meses
de vida. Se desencadena por la reacción del organismo ante algunas
proteínas en la leche de vaca, como la caseína o las proteínas del
suero. Esta alergia suele aparecer cuando el niño comienza a recibir lactancia artificial, ya que las fórmulas adaptadas se
fabrican a partir de leche de vaca. Por ello, la mejor forma de
evitar esta alergia es alimentar al bebé exclusivamente con leche
materna durante los primeros seis meses de vida, y extender, en la
medida de lo posible la lactancia hasta el año, complementando con
la introducción progresiva de alimentos.
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